ANTE LA CRISIS SOCIAL Y ECONÓMICA, COMUNIDAD.


Esto no está siendo una guerra. No hay que derrotar a ningún enemigo ni que combatir como soldados. Tenemos que desterrar el lenguaje bélico estos días.
Lo que nos estamos jugando, no es una guerra, lo que está en juego es cómo nos sostenemos, cómo nos organizamos para vivir y cómo nos cuidamos en situaciones impredecibles y de emergencia.
Es ahí donde está y va a estar la clave durante estos días de crisis sanitaria y los posteriores que van a venir de crisis social y económica.
Hay una tendencia clara que nos indica que lo que viene a continuación va a ser mucho peor.
  • La situación de precariedad absoluta en la que está nuestra sanidad pública. Con ausencia de equipamiento, personal, instalaciones, desmantelamiento de la atención primaria.
  • La implantación del confinamiento como medida central de la respuesta a la crisis sanitaria.
  • La presencia del ejército y el aumento del control social.
  • El control y señalamiento desde los balcones.
  • El aumento del desempleo ante el parón económico.
  • El papel del estado sufragando los costes de los bancos y las grandes empresas en esta crisis.
Seguro que si hacemos un ejercicio colectivo podemos añadir muchos más síntomas que nos muestran que el mañana va a ser más duro que el hoy.
¿Pero qué podemos hacer cuando se abran las puertas de nuestras casas y volvamos a pisar nuevamente las calles?
Ante la crisis social y económica a la que el capitalismo y otras formas de opresión (patriarcal, colonial, racista) nos vuelven a abocar, solo es posible buscar soluciones alternativas desde la comunidad.
Tenemos que continuar y poner en valor otras tendencias que desde abajo se han puesto en marcha también estos días y que son solo el reflejo de las redes y organización comunitaria que en nuestros barrios y pueblos se intentan poner en marcha desde hace tiempo ya y que vuelven a emerger en situaciones extremas.
  • Las redes de apoyo mutuo que estos días buscan satisfacer necesidades de manera colectiva especialmente las de las personas en situaciones más vulnerables y dependientes.
  • El cuidado compartido en la vida cotidiana de cuerpos y territorios para sostenernos. Más aún en momentos de precariedad personal y social.
  • El contacto y el diálogo de manera permanente para enfrentar la soledad y la distancia social que una vez que se abra el confinamiento va a continuar fuera de las paredes de las casas.
  • El trabajo cooperativo y el bien común como herramientas a impulsar para poner la vida en el centro frente al beneficio económico y el trabajo asalariado.
  • La renta básica de las iguales para garantizar una vida digna a todas las personas.
La respuesta no está en las instituciones políticas que responden a los intereses de quienes de verdad tienen el poder (corporaciones, grandes empresas… etc). La única respuesta para garantizar la viabilidad de una vida que merezca ser vivida en nuestros barrios y pueblos está en la comunidad y en la capacidad que tengamos de organizar la vida de otra manera.
PARA GARANTIZAR LA VIABILIDAD DE LA VIDA, COMUNIDAD.


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