Soberanías para la vida: DERECHO A LA ALIMENTACIÓN (I).


La Campaña “Soberanías para la vida” busca denunciar las causas de lo que está ocurriendo y abrir líneas de diálogo y acción para avanzar en la construcción de espacios comunitarios y en la gestión de los bienes comunes desde la auto organización. Comenzamos ese recorrido con el derecho a la alimentación.

¿Es la alimentación un derecho?

Así como otras cuestiones, como la energía, se encuentran en el debate público, la alimentación y la falta de acceso a los alimentos es un problema invisible en nuestra región y en nuestra ciudad. No encuentra lugar entre las necesidades que deberían estar cubiertas como un derecho, al igual que se encuentran cubiertas, la educación o la sanidad.

Mucho menos aún si hablamos de una alimentación ecológica y sana que proporcione la energía y los nutrientes suficientes para un desarrollo saludable de las personas.

La alimentación pasa a ser una cuestión de supervivencia y caridad, con productos de la industria alimentaria de baja o mala calidad, productos no perecederos…etc. Muy lejos así de una alimentación sana y equilibrada. Controlados por entidades de caridad o solidaridad, modelo banco de alimentos, Cáritas...etc.) y en las que las personas empobrecidas o precarias son sujetos pasivos con muy poco que decir y decidir con respecto a su alimentación.

La idea de la producción directa de alimentos se ha abandonado ante la presión de la urbanización del territorio y el desprestigio del mundo campesino y rural.

En nuestro modelo de vida capitalista no hay espacio para un derecho tan fundamental como el de la alimentación, sólo hay espacio para el MERCADO de la Megaindustria de la producción y distribución de alimentos.

La sola visibilización de la falta de acceso a alimentos como problema social genera violencia tanto en la ciudad como en quien carece de la posibilidad de acceder a los alimentos.

A la pregunta que lanzamos al principio de este apartado podemos contestar, sin miedo a equivocarnos, que la alimentación no es un derecho.

Viñeta: El Roto, El País. 

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